lunes, 19 de mayo de 2008

Ibrahimovic da el scudetto al Inter de Milán

JAVIER VELÍZ MARTÍNEZ
La Roma fue campeón durante muchos minutos. El campeón volvió a ofrecer un juego rácano y ramplón. La entrada al campo de Zlatan fue decisiva para los “neroazzurri”. El Parma descendió a la serie B.

Última jornada del Calcio y todo por decidir, tanto por arriba como por abajo. Doble duelo entre Inter y Parma y Roma y Catania, de donde saldría el campeón y el adjudicatario de la última plaza de descenso. Finalmente el campeón es el Inter de Milán y desciende el Parma.

Pero la tarde no fue tranquila para los de Mancini, muy pendientes del transistor. Muy pronto, Mirko Vuvinic adelantó a la Roma de Spalletti, que se convertía en provisional líder, a esperas de la capacidad del Inter para vencer en tierras parmesanas.

El conjunto de Mancini comenzaba el partido más decisivo del año haciendo gala de su principal característica, un juego que roza la infamia. Sin Cambiasso el asunto empeora con creces. Sólo Stankovic parecía poder vencer la defensa liderada por el incombustible central portugués, Fernando Couto, que mítico.

El Parma, muy bien organizadito atrás, atacaba a ráfagas. Y en los minutos 12 y 13 bien pudo adelantarse en el marcador con sendas ocasiones de Morrone y Gasbarrone, con un centro que no llegó a tocar nadie y casi bate a Julio Cesar.

A partir de estos sustos para la portería neroazzurri, un Inter que conocía ya que debía ganar, debido al gol de la Roma, fue víctima de la ansiedad, con una incapacidad absoluta para crear peligro en el área del Parma. Confiando en su mayor virtud, la facilidad para marcar goles jugando de pena.

El partido llego al tiempo de descanso con un ritmo muy extraño, sin claro dominador, y con un Inter que con la necesidad de ganar el partido, cedía el 50% de la posesión del balón a los de Mihjailovic.

Más de lo mismo en los primeros compases de la reanudación, con el serbio Stankovic erigiéndose en el líder del ataque interista forzando buenas intervenciones del meta parmesano Pavarini, muy correcto todo el partido. El “jardinerito” Cruz estaba superado por la necesidad del asunto, una pena.

Llegó la hora del pistolero. A Mancini le quedaba una bala en la recámara, pero era un misil tierra-aire, nada más y nada menos que uno de los jugadores con más talento del mundo, el sueco Ibrahimovic. Zlatan saltó a un terreno de juego que ya parecía una piscina cuando llevábamos 10 minutos de la segunda mitad. Pero el sueco no entiende de climatología, su inteligencia y talento le hacen desafiar todo tipo de adversidades e inclemencias del tiempo. Dio una lección de fútbol en sus primeros cinco minutos de presencia que no le recordamos ni al mismo Zidane. Por momentos pareció Gemma Mengual en una piscina olímpica, bailando en medio de los charcos, y aprovechando en todo momento las diferentes velocidades que adquiría el esférico según las zonas del césped.

Un gol que vale un título. El minuto 62 fue el momento elegido por el crack sueco para dejar de hacer sufrir a los seguidores neoazzurri y acabar con la esperanza de los parmesanos y de paso, de los romanos. Hizo un amago para ganarse la posición de disparo, avanzó lo que quiso y lanzó un latigazo pegado a la
base del poste derecho que hizo inútil la estirada del portero parmesano.

Aquí el ladrón de guante blanco acabó con el partido, no se le suponía al lastrado Parma capacidad de reacción suficiente como para empatar el choque. Pero por si acaso, de nuevo Zlatan decidió dar una nueva alegría a la sufrida afición interista. Aprovecho un magnífico centro para marcar a placer (pero a placer para el, ojo), haciendo fácil un remate harto complicado. Era el minuto 79 y sentenciaba el Calcio.

La Roma debió a conocer la noticia y supuso un mazazo tan grande que recibió el gol del empate del Catania. El Calcio se vestía de neroazzurri un curso más. Y ya van tres seguidos, dos conseguidos en el campo y otro en los despachos, pero tres nada más y nada menos. El Parma agudizó la tendencia autodestructiva de los últimos años y consumó un previsto descenso, le esperamos con los brazos abiertos, un histórico se va.

La pregunta es ¿Cómo Mancini dejó a Ibrahimovic en el banquillo? Por lo visto en el terreno de juego, el sueco estaba en perfectas condiciones y nos hubiera ofrecido 90 minutos de escándalo. Señoras y señores, cuando el partido es decisivo, aparecen los grandes, aparece Zlatan, entérese señor Cristiano. El verdadero Dios “cristiano” es Ibrahimovic. Un voto para el Balón de Oro, por lo menos el de un servidor.

Por último, había una lucha no menos importante para un histórico como el Milán. La pugna por entrar en la Champions. Milán, pese a ganar 4 a 1, remontando a Udinese, se quedó fuera, debido a la victoria de la Fiorentina, que sí estará. Una pena, ya que el campeón de la Champions 2008-2009 será menos campeón, pues el Milán no la disputará.

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