La Eurocopa, reto de todos los españoles

MANUEL MORILLAS

El deporte español está en auge. No ya sólo porque tengamos deportistas de nuestra nacionalidad en la élite de casi la totalidad de deportes mayoritarios, sino por el ejemplo de superación, fe y entrega del que hacen gala. Esta semana ha sido un gran muestra del coraje que tienen los nuestros cuando se trata de competir. Contador, justo que paga por pecadores, se queda sin el Tour por correr en el Astaná, es llamado a última hora para el Giro y sin preparación –el madrileño estaba de vacaciones cuando se requirió su presencia en la ronda italiana- aguanta al nivel de los grandes favoritos y apunta opciones de cara a la victoria final. En motociclismo, Jorge Lorenzo termina segundo el Gran Premio de Lemans de MotoGP con sus tobillos maltrechos y tras un sinfín de calamidades. En tenis, Rafa Nadal gana en Hamburgo a Federer, el número uno, desquitándose de la final perdida el año pasado. En la NBA, cima del baloncesto profesional, Pau Gasol resulta clave en el partido que da la clasificación para la final de su conferencia a los Lakers. En el Europeo de fútbol sub-17 los nuestros arrollan a Francia en la final con un más que contundente 4-0… España ocupa una posición protagonista en el deporte mundial.

Sin embargo aún nos falta una asignatura para el doctorado y no es una “maría”. El fútbol, amo y señor de las televisiones, nos ha reportado más de una satisfacción a nivel de clubes, donde solemos maravillar al mundo con las proezas de los nuestros. No en vano los más históricos pasean buen fútbol y buena fama en sus excursiones europeas y los modestos demuestran con creces por qué se cuelan con frecuencia y hacen buen papel. A pesar de esto nos falta pegar un puñetazo en la mesa, un golpe de autoridad que destierre la duda y establezca la evidencia de algo muy cierto: en España se juega al fútbol, y muy bien.

Ese reto es el que recae en la selección y en cada uno de los españoles. Porque nos hemos instalado en la desilusión y el derrotismo, valores por desgracia tan inherentes al pensamiento español de a pie. Es cierto que la estadística no acompaña, que los hechos no dibujan un bello horizonte, que no conocemos el sabor de ese caviar, pero no deseperar debe ser una obligación en el deporte de élite, y por extensión, a su afición. La perseverancia es una de las cualidades más valoradas en los deportistas, y los españoles la tienen. La tiene Pau, la tienen Lorenzo y Pedrosa, Nadal, Alonso… una lista interminable de héroes que se alzaron contra el mundo y contra todo para escribir su nombre con letras de oro en el libro de la historia.

Por eso los aficionados españoles debemos creer una vez más. Sin presión, porque no estamos obligados a nada, pero con toda la ilusión. Nuestros jugadores han demostrado que valen, que juegan, que marcan. Han demostrado que tienen hambre. Ganar un mundial o una eurocopa requiere también de cierta suerte, pero si esperamos que la mala fortuna haga aparición de un momento a otro, estaremos en parte justificando la carencia de ilusión. Y el deporte es ilusión ante todo. ¿Por qué no este año? El coraje de nuestros deportistas demuestra que por ganas no va a ser: es momento de que también los aficionados estemos a la altura, éste es nuestro reto.